lunes, 13 de enero de 2020

La penúltima lucha de Francisco Toledo

Carlos Morales Sánchez.
Convenencieros como siempre, los políticos pretenden sacar raja de todo. En el Congreso de la Unión, el 11 de diciembre del año pasado, diputados federales encabezados por Sergio Mayer Bretón, aprobaron un dictamen para crear la medalla Francisco Toledo “para reconocer a la o el artista comprometido socialmente, que haya contribuido con su obra o acciones en la formación, defensa, conservación, rescate y difusión del patrimonio natural, cultural y artístico de México.”

A simple vista pareciera que en la constitución del decreto legislativo subyace la voluntad de ensalzar el nombre del maestro juchiteco y reconocer con una medalla a la obra de un artista comprometido pero sabemos que no es así, que lo que realmente están haciendo los diputados es colgarse del nombre del maestro. Los conocemos.

La familia del maestro Toledo, el pasado 18 de diciembre, en una carta pública pidió a los diputados que fuera retirado el nombre del creador del MACO de la medalla:

“El maestro Francisco Toledo trabajó durante muchos años en distintos proyectos encaminados a la educación artística, el fortalecimiento y difusión de las lenguas originarias, así como también en la conservación del medio ambiente, estamos agradecidos de que sigan tomando en cuenta a nuestro padre y esposo, quien todo lo que formó lo hizo de una forma desinteresada”, indica la misiva.

Sin embargo, ante la falta de sensibilidad de los diputados, el 10 de enero del 2020, la familia tuvo que emitir una segunda carta en la que insistieron en su petición. En respuesta el diputado Mayer dijo que se reunirá con la familia para tratar de convencerlos pero estoy seguro topará con pared. Ya hasta se menciona que habrá de aplicar un veto de bolsillo al decreto lo que, a mi juicio, será el más sonado fracaso del ex integrante de Garibaldi y promotor del rescate de la vaquita amarilla.

En la primera carta, la familia menciona que el mejor homenaje a Toledo:

“[E]s continuar apoyando sus causas y visitando los espacios que creó, pero sobre todo consideramos importante, aunque él ya no está, que siga inspirando a las personas en la realización de proyectos para beneficiar a la sociedad”. Resulta más fácil para los diputados instituir un premio lucidor que apoyar las causas del maestro. Es oportuno recordar que durante toda su vida el maestro defendió las causas de los ríos Salado y Atoyac, ríos moribundos que circundan la ciudad de Oaxaca.

Basta recordar que en el mes de mayo de 2019, el maestro mandó una bellísima carta a los magistrados de Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar en Acapulco –tribunal que resolvió en definitiva el amparo promovido por Litigio Estratégico Indígena A.C. que ordena el rescate de los ríos Salado y Atoyac– para sensibilizarlos, explicarles el grado de contaminación de los ríos y apremiarlos a resolver el amparo lo más pronto posible.

El maestro Toledo explicó a los magistrados que los ríos, que hace apenas algunos años estaban limpios y hermosos, estaban contaminados, moribundos, que constituían un patrimonio hídrico pero también un patrimonio cultural de las y los oaxaqueños. “Ya casi no tenemos tiempo” les dijo.

La familia ha dicho que una forma de honrar la memoria de Toledo es continuar con las luchas que quedaron pendientes. No veo a los diputados federales pronunciándose por el rescate de los ríos Salado y Atoyac. No veo a los diputados apremiando a las autoridades ambientales de los tres órdenes de gobierno a  ponerse las pilas e iniciar con el rescate de los ríos oaxaqueños. No veo a los diputados apremiando a las autoridades responsables omisas.

Siempre pensé que la última lucha del maestro Toledo fue el respaldo que otorgó a Litigio Estratégico Indígena, asociación que desinteresadamente lucha en los tribunales por el rescate de los ríos Salado y Atoyac. Pero no, esa lucha, nuestra lucha fue la penúltima. La última lucha del maestro será por mantener incólume su legado, su nombre, su ideología de políticos que quieren usar el desinteresado trabajo del maestro. Y será, sin duda, un émulo del Cid Campeador.

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